mayo 13, 2008

Los hijos de Jano

Por Víctor López Jaramillo

En el descontento del invierno nacional, el PRD se despertó con dos caras. Cada una ignorando mutuamente la existencia de la otra, hablando al mismo tiempo y contradiciéndose.

Así, ese día despertaron convertidos en un extraño insecto de dos caras.

Mirándose en dos espejos, espejitos mágicos que ambos les dicen mirar hacia la izquierda y luchar por la soberanía nacional. Sólo uno dice la verdad. O quizás las dos. O quizás ninguna.

Hace dos mil años hubo un dios, como ha habido tantos de piedra e inútil como todos, que tenía dos caras y no porque fuera hipócrita, sino porque según los paganos romanos, una cara miraba al pasado y otra al futuro.

Jano era su nombre. En su honor decidieron nombrar al primer mes del año. Dulce ironía romana, que nombraba al mes del dios que miraba al pasado y futuro justo cuando más duro era el invierno mediterráneo.

En el invierno de la política mexicana todo es un Jano. Dos caras. Una política bipolar con un presidente legítimo y uno constitucional. Hasta el partido que nació de un fraude electoral en 1989 se había vuelto bipolar. Ni el Dr. House podría curarlos.

Aunque el PRD había nacido como una medusa de múltiples rostros, tribus los llamaban quienes se creyeron neoyorkinos, se había convertido en dos polos: o ellos o nosotros.

Sin Esopo que los vuelva fábula, ni Virgilio que los guíe en el infierno, ni sacerdotes romanos que redefinan las deidades, el PRD avanza lentamente hacia su ocaso.