octubre 05, 2006

De mi archivo muerto (Cada otoño es lo mismo)


Vacío
Víctor López Jaramillo
Hoy desperté con un sentimiento de vacío. No triste ni melancólico, simplemente vacío.
Como si en la travesía de la noche algo se hubiera caído de mi barco para perderse irremediablemente en ese mar oscuro y yo no atinara a rescatarlo y me resignara a contemplar su hundimiento.
Quiero pensar que estoy triste pero no puedo. Si quisiera llorar mis lágrimas se pondrían en huelga. Intento reír a carcajadas pero todo es amargo.
En mi temprana adolescencia me fascinaban estos días de otoño, el Halloween y los Días de Muertos.
Hoy, apenas si son días diferentes del resto y los más distintivo es el cambio de horario y que las tardes son más del color del Zempatzuchitl (¿así se escribe?) que en esos días de verano en que la vida y el día parecen eternos.
He perdido algo y no se qué es.
Es como si todas mis emociones me hubiesen abandonado en una isla y yo resignadamente lo aceptara.
En la mañana salí a correr más con el objetivo de agotarme, desahogarme, gritar algo mientras voy en la orilla de esa carretera cerrada que está cerca de mi casa.
Sin embargo, no pude.
Troté y troté. De mi garganta no salió nada. Me limpiaba el sudor mientras espantaba a los perros del camino y llegaba al final.
Llegué a mi casa no muy agitado, al menos voy recuperando mi condición física tras una semana infernal de spining.
Sin embargo el vacío sigue.
Es como un hoyo negro interior que me devora poco a poco. Que no tiene centro de gravedad fijo pero absorbe todo.
Y es ese el problema. No hay un centro de gravedad que justifique este aturdimiento.
Quiero pensar que es la ausencia de Ella pero sé que sólo sería un pretexto.
Quiero pensar que es mi soledad acumulada pero sé que sólo sería un pretexto.
Quiero pensar que son los fantasmas de mis amores frustrados pero sé que sólo sería un pretexto.
Quiero pensar que es producto de mi situación laboral que no es halagadora pero sé que sólo sería un pretexto.
Y así me encuentro hoy, apenas inmóvil, sin motivo aparente para haber dejado de soñar dormido.
Aunque mis últimos sueños no han sido precisamente agradables, sólo me arrojan al puerto de la mañana lleno de dudas.
Un día sueño que estoy al final de un lúgubre camino con una cabra, una cobra y un león negro, o la sueño a Ella, que está triste, sentada en una escalera y sólo me mira sin decir nada, o sueño una diosa que no acepta mis rezos.
Como una diosa que no acepta mis rezos.
Como si un dios arrogante me hubiera condenado a un exilio de mi mismo. A no saber explicarme ni entender que siento. A creer de repente que nada ha existido pero las cicatrices se hacen más grandes.
Miro atrás y sólo veo cadáveres cubiertos de sal, algunas estatuas de cenizas y un cielo eternamente anaranjado.
No tengo ganas de elegir entre el olvido y la memoria como dice la canción, no sabría que escoger.
Hoy apenas me siento como una nube que no llovió o como el viajero que se equivocó de autobús y no sabe si bajarse o no.
Tengo la duda del legionario romano que se pregunta si conquistar el mundo sirve para algo, que duda en seguir peleando o sólo protegerse tras su escudo de las flechas de los bárbaros que atacan sin misericordia al invasor.
En fin, que ahora tengo delante de mi un montón de notas por corregir y una portada que diseñar y sólo atino a escribir esto y mirar por internet los escarceos electorales del Yunque vs Peje.
Chau y suerte y que el legionario empuñe su gladio y siga luchando como siempre, que vuelva a casa con su escudo o sobre él, como solían decir las antiguas madres espartanas.
Imagen tomada de http://groundglass.ca/archives/2004/01/30/emptiness.php